¿Alguna vez escucharon hablar del libro “Cuentos de buenas
noches para niñas rebeldes” de Elena Favilli y Francesca Cavallo? Cierta noche,
cuando mi esposo se disponía a leerle el cuento de buenas noches a mi hija
mayor, Catalina; yo los escuchaba desde la cocina… me llamó la atención la
“chica rebelde” que los mantendría ocupados por un tiempo.
El nombre de la chica no lo escuché muy bien, lo dejaré para
el final. Pero lo que sí logró mantenerme cautivada durante mi jornada de lavar
platos, fue escuchar que la historia encerraba una trama que a diario viven
nuestras niñas en nuestro país y muy probablemente en muchos países de nuestra
región. La historia involucraba el famoso problema que se convierte en un
verdadero tropiezo para los sueños de estudiar una carrera en una niña, la
famosa frase: ¡esa carrera solo la ejercen los hombres! El tema no solo es un
tema de actualidad, sino que con el cuento de esa chica rebelde, Catalina se
sorprendió de situaciones de la “vida real” que más temprano que tarde, tendrá
que enfrentar como mujer.
En la historia se contaba que la niña siempre soñó en
convertirse en una jueza, pero en su época no existía ni una sola, las mujeres ni
siquiera podían pensar en ser abogadas, porque la sociedad había enseñado que
esa era una ocupación únicamente para hombres. Todos le decían que ella debía
quedarse en casa horneando galletitas, cuidando a su hija o preparando la
comida para su esposo, lo que pocos sabían es que era mala en la cocina y que
su esposo, disfrutaba de cuidar a la bebé.
A pesar de que el panorama era difícil, logró su sueño y se
convirtió en una de las primeras abogadas graduadas de la Universidad de
Harvard y, tiempo después, se convirtió en jueza. Muy a pesar de los
comentarios que escuchaba en su alrededor, hubo personas que creyeron que ella
podía abrirse espacio en un área profesional “exclusiva para hombres”. Esta
mujer fue Ruth Bader Ginsburg, nacida en marzo de 1933 en Estados Unidos.
Como la Jueza Bader, existen en nuestra época y en nuestro
país, muchas niñas que están esperando un ¡Sí puedes!, para sus sueños. Debemos
entender de una buena vez, que no existen carreras para hombres y carreras para
mujeres, así como no existen colores para hombres y colores para mujeres. El
único límite está en nuestras mentes, al igual que nuestra motivación.
Observa a tu alrededor e identifica lo que muchas mujeres
han logrado, a pesar de las adversidades del entorno, no eres la única que está
esperando una palabra de ánimo para luchar por tus sueños. A tu alrededor hay
más chicas rebeldes, busca sus historias e investiga qué fue lo que hicieron
para llegar a su meta profesional y personal.
¡Nos leemos pronto!
Johana Mejía